Al contrario de lo que piensa la mayoría, la genética no es la gran responsable de este fenómeno. ¡Sin duda lo es un estilo de vida saludable y sobre todo una alimentación sana y equilibrada! 

Como la mayoría de la población siempre he comido de manera inconsciente, siendo mi único objetivo saciarme sin caer en el exceso únicamente por razones estéticas. He tenido durante mucho tiempo molestias digestivas y cansancio, síntomas que no llegaba a explicarme. Me limitaba a tomar vitaminas o medicamentos para mejorarlo puntualmente. 

La oferta industrial no nos deja muchas opciones. Desde que entramos a un supermercado estamos tentados por todo tipo de pseudo-alimentos, de comida muy asequible “relativamente buena” y fácil de consumir que resulta casi imposible resistirnos.

El alimento industrial se ha convertido en el producto normal, y la comida sana en la orgánica, saludable, sin aditivos ni conservantes… menos alcanzable. 

Una mala alimentación provoca no solamente un aumento de peso, sino algo más grave: una inflamación generalizada y permanente del organismo que hace que nuestro cuerpo active un mecanismo de defensa continuo. Esta reacción corporal causa desgaste, fatiga y, a la larga, la aparición de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión arterial y cáncer.